Hace varios años atrás, recuerdo lo impresionante que era ver un evento de algún móvil nuevo, cualquiera que fuese. Un nuevo iPhone, un nuevo Droid, hasta los BlackBerry traían innovación, creatividad y mejoras en cada uno de sus nuevos productos.

Hoy en día, la innovación pasa a un segundo plano, siendo sustituido por las ventas, es decir, el dinero. Anteriormente, ver el lanzamiento de un iPhone nuevo era como ir a la luna y volver con una piedra preciosa extraterrestre. Y así era con cualquier otro móvil. Recuerdo lo emocionante que fue cuando Motorola lanzó el primer DROID, también conocido como Milestone. ¿Un celular touch, con teclado QWERTY integrado? ¿Con cámara y features nunca antes vistos? ¡Wow!

Hoy, ver el lanzamiento de algún nuevo smartphone es el equivalente a ver una comedia romántica: más de lo mismo. Ya los usuarios se dejan impresionar con cosas que nunca podrán aprovechar, como un procesador de 64bits que corre Plants VS Zombies 2 igualito que un iPhone 4S. Con una cámara que hace cosas que usarás una sola vez para mostrarle a tu amigo, que usa un Galaxy S4, que tu celular es mejor. Mientras tanto, el va a mostrarte cómo el suyo puede sincronizar su música con otros Galaxy S4 para que en todos se escuche lo mismo, cosa que jamás va a utilizar porque la verdad es ya se compró el mega equipo de bocinas para eso.

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Y así, mientras los fanáticos se matan por defender su smartphone preferido, nadie se enfoca en darse cuenta que lo mejor de estos dispositivos está muriendo. Ahora todo se basa en que tanto más rápido que el anterior es el nuevo, que si mi pantalla es más grande que la tuya, que tengo un procesador de 50 núcleos y 100GB de RAM para chatear en WhatsApp y subir fotos a Instagram, que mi celular viene en tantos colores, y otras cosas más que al final del día nadie, nunca, sabrá el verdadero potencial porque no se enfocan en crear un software con features que realmente le saquen provecho.

Ah, pero eso no es todo. Cómo si fuera poco, ahora la moda es hacer celulares de plástico y venderlos al precio de uno de oro, tendencia por la cual le tenemos que agradecer a Samsung. Porque como somos unos idiotas, consumistas y fanáticos, aceptamos cualquier «carcacha» con tal de poder decir «Yo tengo un celular de $600 dólares». Y luego la paleta de colores en la que vienen, que ahora está de moda. Pero no se puede quedar atrás la nueva tendencia a sacar un móvil de «oro», o mejor dicho dorado. Mientras más colores brillantes tenga, mejor. Porque claro, más color = más innovación.

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«¡Combina con mi diente de oro!»

A veces ya no sé si hablamos de celulares o de joyería. Quiero ver innovación, quiero ver a Steve Jobs revivir (no literalmente, por favor), me habría gustado ver a la antigua BlackBerry volver a como era antes, pero ya eso no sucederá. Quiero ver a Google enfocándose en mejorar Android, y no en acabar con Apple y actualizar su OS semanal por andar haciendo las cosas rápido. Quiero a Microsoft haciendo smartphones tan buenos como sus anuncios que se burlan de los otros. Quiero ver aplicaciones que impresionen, no que copien, y lo mismo va para los smartphones y tablets.

No me malinterpreten, no quiero sonar hater. No está mal que aumenten la potencia del hardware de un móvil, ni para nada mal que tengamos la opción de comprarlo en uno o varios colores, como el MotoX. Es que va más allá de eso, es que me muestren un tremendo hardware y que me enseñen cómo voy a sacarle provecho a esto, porque no es verdad que voy a tener un celular con procesador de 64bits para jugar Angry Birds, chatear por WhatsApp y revisar Twitter. No es verdad que tendré un celular con 8 núcleos para entrar a Facebook y subir fotos a Instagram. Entonces, ¿donde está la innovación en software que va de la mano con los adelantos en el hardware? ¿Por qué yo debo querer el nuevo iPhone, el próximo Galaxy si el mio hace todo perfectamente bien? Se siente como si ahora la cosa fuera como cuando éramos niños; «mi juguete es más grande que el tuyo, mi juguete es más rápido que el tuyo» cuando al final, ambos juguetes hacen lo mismo.

ESTO es innovación, lástima que es solo un concepto que probablemente nunca llegue a ser real.

No pierdo la esperanza, pues con la cantidad de proyectos increíbles que he visto en KickStarter, sé que la innovación sigue viva. Solo espero que tenga la suficiente fuerza para volver a crecer, pues de lo contrario estaremos eternamente estancados en este loop, una batalla por un trono que nadie se merece.

Por Stefany Báez

Ingeniera en TIC. Soy mAhniática. Grammar Nazi que también se equivoca. Odio las impresoras y ellas me odian a mí.